jueves, 18 de mayo de 2017

Querida Marta (1).

Capítulo 2:
Un hombre sale de una puerta y se dirige a su mesa para sentarse en la silla, tiene un despacho muy amplio y bonito, otro ventanal con vistas a la calle, plantas en los lados, cuadros en las paredes, títulos enmarcados y también colgados, en su mesa había varios papeles en cada extremo y en mitad una placa con el nombre de D. Javier Pérez Acosta y ahí estaba él, el mismo hombre que me cruce en el ascensor esta misma mañana.
-Buenos días señorita Marta, siéntese -dijo serio y mirándome fijamente.
-Buenos días -me siento mientras saludo.
-He estado viendo su curriculum vitae y me parece fascinante- hace una pausa y bebe agua- licenciada en Empresariales con un 75% de las materias además de aprobadas con muy buena nota, tiene experiencia como atención a cliente en otro banco donde duró más de un año.
-Sí -asentí con la cabeza mirándole nerviosa.
-¿Qué ocurrió para que se fuera de aquel banco hace 5 meses?
-Trabajaba en el banco de mi pueblo, sentía que me ahogaba trabajando y estando en casa cuidando a mi madre, necesitaba venirme a la ciudad, respirar otro aire y olvidar que falleció.
-Entiendo, lo siento por lo de su madre -contentó seriamente- bueno, quería verle personalmente y cumple todos los requisitos pero necesito seguir llamando a más gente, por lo tanto puede esperar a mi llamada desde entonces.

Venga ya...¿En serio?

-Muchas gracias, le agradezco que me haya llamado -me levanto de la silla con una sonrisa y me quedo frente a él.
-Bien, que pase buen día- se levanta también y alza el la mano para que se la estreche.
-Esperare su llamada, que también pase buen día- le respondo con mi mano estrechándola junto a la suya y me vuelvo andando hacia la puerta.
-¿Usted y yo no nos hemos cruzado antes?
-Creo que sí, buenos días – le respondo con una pequeña sonrisa a penas sin mirarlo, abro la puerta y cierro, me quedo apoyada en la puerta respirando muy agitada.
No me creo que no me hayan cogido aunque diga que me llamará. Qué casualidad...Encima es mi vecino de enfrente....

Salgo del edificio y la entrevista a durado como 17 minutos, me vuelvo a casa, camino pensando en si me van a coger o no. He llegado a mi edificio, abro la puerta y voy directamente a los buzones, abro el mío y veo que tengo una carta de la luz, cierro el buzón, me doy la vuelta le doy al botón del ascensor pero me giro antes de que llegue otra vez a los buzones, y con una mirada rápida busco a Javier Pérez Acosta.
¡Aha! Con que eres tú...

Por fin en casa, me quito los tacones y dejo el bolso en el perchero, las llaves en la mesa de enfrente con un ramo de flores al lado que todavía no me decido si tirarlo, voy hacia mi habitación y me pongo otra ropa, he decidido un pantalón de deporte con una blusa de tirantas junto con unos tenis. Voy a la cocina y miro el reloj... Es muy temprano... Me cojo un vaso de zumo de naranja y me dirijo hasta la habitación de invitados donde tengo a mi peor enemigo: la bicicleta estática.
¡Vamos allá Marta!

.

20:05 Vaya día más aburrido, a penas he hecho nada, fui a la entrevista, volví, me puso hacer ejercicio, acabé pronto porque me cansé, comí a la hora del almuerzo, salí a comprar, ande un poco por los alrededores y eso si... Me encontré con él otra vez en los buzones... Nos quedamos mirando fijamente cuando nos vimos de frente, creo que no nos esperábamos, le di las buenas noches y evite el ascensor subiendo tres pisos por las escaleras. Cuando llegué él ya había entrado en su casa, yo entré en la mía dejando las bolsas en la encimera de la cocina y cogiendo una tarrina de helado de vainilla light junto con mi portátil.
Cuando me senté lo encendí y vi mi correo, pues tenía unos cinco mensajes de quien no quiero recordar haber conocido.
Me acuerdo de pronto que tengo que salir tirar la basura. ¡Mierda! ¿En serio? No me apetece.
Pero me obligo y la cojo, bajo al portal y me encuentro entrando a Javier, me sujeta la puerta y le doy las gracias, va un poco serio aunque sea serio de naturaleza por lo que he visto, pero estaba como de bajón, a penas me sonrió cuando le di las gracias y hasta luego, ¿tendrá que ver con mirar el buzón cada vez que baja? Seguro que tiene esa cara de serio por un desamor, normal, yendo así de serio las espanta.
Aunque... He reconocer que es bastante guapo y que cualquier chica se fijaría en él.
Giro la cabeza hacia ambos lados y tiro la basura en el cubo. Subo y entro en casa.
Sigo con mi portátil y mi helado, por fin en casa...
Vuelvo a entrar en mi correo, no me atrevo a leer cada uno de esos mensajes...
Cierro rápidamente la página y empiezo a escribir unos poemas que tenía en mente desde esta mañana.
22:16 He escrito todo por hoy. Ahora toca peli de acción. Voy hacia mi cuarto y cojo del armario unos altavoces medianos. Los conecto al pc y pincho en la peli.
00:09 Alguien toca al timbre. ¿Quién es a estas horas? Me levanto y voy hacia la puerta, miro por la mirilla y me giro corriendo contra la puerta. No puede ser...
Abro la puerta y es Javier, ¿en serio?, cuando abro él se queda mirando mi pijama de piñas con cara extraña, ¡Oye me encanta las piñas! Sube la mirada y se fija en mis ojos.
-¿Ocurre algo? -le digo nerviosa y asombrada.
-Ocurrir, ocurre que no me deja dormir y mira que hora de la noche es -responde con esa cara de serio que ya me da hasta miedo- te importa bajar esa película de tiros que estás viendo porque mañana trabajo.
-¿Cómo? Pero si no está alta -le replico frunciendo el ceño.
-Pues yo la estoy escuchando y no me deja dormir – me responde apoyando el brazo en la pared.
-Bueno, perdona, no pensaba que estuviera alta, ya ha terminado, así que no tendrás problema.
-Genial pero la próxima vez bajas un poco el volumen.
-Sí, sí, como usted mande- le digo guaseándome.
Y una vez en su puerta se gira y me mira con una corta sonrisa, entra en casa y casi para cerrar la puerta a la vez que yo...
-Bonito pijama de piñas
Me miro el pijama hacia abajo y subo la mirada hasta él- Me queda divino que lo sepas-
sonrojada le respondo.
-No le he dicho que le quedase mal, al contrario- cierra la puerta hasta con llave.
Cierro la mía y pongo los ojos en blanco.
Bonito pijama de piñas dice el tío serio este. Anda que el suyo, pantalón de chandal azul marino y camiseta de manga corta gris junto con unas zapatillas de casa blancas.
¡Vaya estilazo vamos!
Eso sí, le quedaba espectacular, con esos músculos que bajo la camisa blanca de esta mañana no se notaba a penas.

Toca dormir, mañana tengo que hacer papeleo por la casa de mamá. Pff...

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