Estás
ahí, frente a mí, sentado en la otra silla de la mesa.
Yo
aquí, mirándote sin más, besándote con la mirada,
pero
tú sigues ahí, sin decir otras palabras que no sean:
he
conocido a alguien,
es
magnífica,
debo
luchar por ella.
Sigo
perdiéndome en ella, cada vez más,
tú
me sonríes como si me alegrase
de
tu alegría, pero no, no me alegro,
me
entristece saber que ya no me quieres,
que
ya no somos uno,
que
ya no somos lo que fuimos,
que
no somos nosotros,
que
ya no somos nada
que
no sean cenizas, tiempo y arena perdida.
Ahora
vete.
No
quiero verte.
Bajo
la mirada, tomo un sorbo al café,
me
levanto como si nada,
te
digo que me voy,
tú
te levantas.
Voy
caminando hacia la puerta
y
tú te quedas pasmado,
pasmado
porque la chica que entraba,
era
a la que realmente esperabas.
NN.