viernes, 20 de enero de 2017

Besarte con la mirada.

Estás ahí, frente a mí, sentado en la otra silla de la mesa.
Yo aquí, mirándote sin más, besándote con la mirada,
pero tú sigues ahí, sin decir otras palabras que no sean:
he conocido a alguien,
es magnífica,
debo luchar por ella.
Sigo perdiéndome en ella, cada vez más,
tú me sonríes como si me alegrase
de tu alegría, pero no, no me alegro,
me entristece saber que ya no me quieres,
que ya no somos uno,
que ya no somos lo que fuimos,
que no somos nosotros,
que ya no somos nada
que no sean cenizas, tiempo y arena perdida.
Ahora vete.
No quiero verte.
Bajo la mirada, tomo un sorbo al café,
me levanto como si nada,
te digo que me voy,
tú te levantas.
Voy caminando hacia la puerta
y tú te quedas pasmado,
pasmado porque la chica que entraba,
era a la que realmente esperabas.

NN.