Dejo
a mis recuerdos una carta de despedida de cuando decidí marchar hacia
la felicidad.
Soy
una cobarde por el simple hecho de huir.
Ante
nada, quisiera explicar el por qué de esta carta:
Huyo
del amor traicionero, manipulador,egoísta y sin un mínimo
sentimiento.
Huyo
de las pocas letras que atraviesan mi pecho.
Huyo
de la soledad queriendo ser corrompida por el tiempo, y que, nunca
acaba por resquebrajarse.
Huyo
del ahora y el después cuales ambos no quisiera volver a ver.
Huyo
por el mero hecho de cambiar mi forma de ser, de ser un poco más
pícara y dejar de ser tan buena con aquellos que le di todo sin ser
yo feliz, aquellos que solo merecen totalmente mis desprecios,
huyo
de mis errores inolvidables, de mis faltas de asistencia huyendo,
otra vez, por miedo. Huyo de desprecios ocasionados sin respeto
hacia a mí,
simplemente
huyo de la vida que tengo para llegar un día a ser feliz.
Huyo
porque estoy cansada, nunca por que sí. El agobio recorre mis vasos
sanguíneos de mi cuerpo rompiendo a su paso las ilusiones que quedan
para, como ya he dicho, ser feliz.
Huyo
de esta vida llena de problemas cuales sin duda alguna y apretando
los dientes decidí afrontarlos con la cabeza bien alta, la sonrisa
perfecta y el brillo en mis ojos resplandeciendo a personas por mi
paso.
Huyo
hacia un olvido que claramente es imposible pero que, añadiendo que
soy de esas personas que no creen en lo imposible y tratan por hacer
todo posible.
Huyo
sin llegar a huir porque tengo las alas atrapadas entre mi espalda
queriendo ser quemadas, intentando que sean algún día escuchadas.
Alguien,
a quien no quiero nombrar y olvidar ,me dijo una vez que huir no es
la mejor forma de arreglar ni tus problemas ni tu vida. Yo, ante tal
respuesta y la más lógica jamás oída a todas mis preguntas,
asenté con mi cabeza y decidí a esperar.
Hoy,
después de un largo tiempo de mi corta vida, debo decir, que he
intentado todo y mucha más para no decidir las cosas con presteza.
Todo
me ha resultado ser en vano. Y siento, con la mano en el corazón, que ha llegado
el momento de mi marcha, una marcha no forzada sino sintiéndola con
ganas, una marcha que hace palpitar mi corazón inmaduro, dando
señales que es la oportunidad, mi oportunidad, mi realidad, mi
salvación hacia un nuevo cambio, hacia una nueva vida, sin más
preámbulos, hacia mi felicidad.
NN.



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